domingo, 23 de junio de 2013

al maestro con cariño

fragmento de comentario de Bernardo Borkenztain:

Yo no quería ver El gimnasio. Y tengo testigos, y uso la primera persona, porque por una vez dejo el papel de crítico o de escritor de ensayos y pienso escribir sobre mí.
Sobre mí, que no quería ver El gimnasio.
No quería, pese a ser admirador de la obra de Gabriel Peveroni y de María Dodera, juntos o por separado, pero es claro que no quería ver El gimnasio.
Pongo por testigo a Santiago Sanguinetti, o a Iván Solarich, con quienes compartí mis reservas, de ver una obra cuyo actor principal no se ciñe a un guion, o que hace lo que quiere en escena. De hecho, si uno pregunta en la sala la duración de la obra, la respuesta es “una hora y media, o más, dependiendo de lo que quiera Restuccia". Los pongo por testigos, insisto, de que yo, NO QUERÍA VER EL GIMNASIO.
(...)
Pero como nada dura, la semana pasada recibí un golpe bajo. Sergio Blanco, probablemente el más grande dramaturgo uruguayo vivo, escribió un texto enormemente laudatorio, no tanto de la obra como de la participación en ella de Alberto Restuccia, que como el Ouróboros, es el objeto y sujeto de la misma...

ver texto completo de Borkenztain

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